En ese momento sentí como sus manos se encontraban con mi piel. Sentía como cada hebra y terminación de mi cuerpo reaccionaba ante su roce y al mismo tiempo se paralizaba por la sensación de extraña proximidad.
Un poco abrumada busqué sus ojos, que por un momento creí perder. Me encontré con unos profundos ojos negros que me transmitieron seguridad y confianza. Por primera vez me sentía completa y transparente ante alguien que en ese momento me parecía un oasis de vida en medio de una triste sequía, mi triste sequía de esperanza por algo mejor.
Me aferré a el como un drogadicto necesita su droga para seguir soñando o un alcohólico el alcohol para no despertar. Solía retenerlo de esa forma, me consolaba el hacerlo como un intento, tal vez de querer auto-convencerme de que el se quedaría a mi lado, de que todo sería como el me prometía cada día, con un futuro feliz y una sonrisa en nuestros rostros por cada mañana, ojos lujuriosos por la noche y pensamientos dirigidos a un futuro hermoso juntos.
Inhalé profundamente el aroma de su pelo y acaricié cuidadosamente la textura de su piel, algo me hacía creer que un momento tan perfecto no iba a ser gratis.
Traté de concentrarme en cada detalle, en cada palabra al mismo tiempo que creaba un archivo improvisado en mi memoria, segura ahora si, de que ese momento perfecto debía en algún momento, llegar a su fin.
Recordé esa ocasión en la que me habías llamado pesimista, y me reí.
“Realista.” Recordé haberte contestado, y con un triste suspiro, me dejé llevar.
"Deje llevarme por mi instinto olvidando la razón,
Blandiendo sobre mí figura no el cerebro sino el corazón.-" El Bordo.
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