miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capítulo 1:

Son las siete de la noche, pero yo ya considero ese día como terminado; hace un calor sofocante, de esas noches en las que solo tenes ganas de bañarte y recostarte aún húmedo abajo de algún ventilador para sentir la frescura que el día, o la noche mejor dicho no proporcionaba.


Pero no, estoy en frente a un monitor, 109 teclas (contadas) del teclado viejo que nunca dejo de funcionar, un Mouse y con un gabinete sin la cobertura del costado para que no se recaliente el interior.


Me enderezo y siento el crujido de mi espalda que libera endorfinas que a esa hora, son apreciadas infinitamente, siempre me duele la espalda… Siempre me duele algo, nada más fuera lo común.


Me aburro, y tengo calor. Me decido a hacer algo más que solo mirar el fondo de pantalla negro con una sutil imagen. Entro en mis contactos de Messenger,… nada. Decido entrar a sitios al azar en Internet, de cualquier forma, si por una mala casualidad me topaba con un virus era algo que me iba a sorprender, ya era algo.


Me topo con foros, un que otro aviso de firefox que prudentemente me aconseja no ingresar en ciertas pestañas, y muchas páginas web, me inscribo (siempre me entretuvo completar formularios, incluso esos que te preguntan cosas comunes como en este caso. Será por eso que siempre me encuentro inscripta en millones de páginas web que nunca frecuento. Mi casilla de mails si pudiera tener polvo seria el lugar más mugroso que se me puede ocurrir. Rara vez lo frecuento, y cuando lo hago, jamás abro mails que no me interesan, de modo que nunca abro ninguno.)


Termino en chats. Muchos chats. Hablo con personas con las cuales juego a ser amistosa, o simplemente divertida. Estas personas responden buscando cámaras, amigos, novios, novias. Todos buscan lo mismo, atención. Yo me incluyo, y eso me hace sentir sola, mas sola que nunca.


En mi barra de nuevos contactos brillan nuevas oportunidades de atención color naranja titilante. Personas que buscaban algo que en el mundo real no habían hallado o tal vez, no se atrevían a buscar. O en mi caso, habiendo encontrado, y perdido... Depende, todo depende.


Abro algunas y respondo, siempre lo mismo, siempre las mismas preguntas, y eso me aburre. Todas iguales las conversaciones continúan como en una misma dirección y sentido. Me decido a que ahí no estaba la diversión que estoy buscando y voy a ir a ver una película, pero algo me llama la atención. Con la flechita del Mouse en la cruz que señaliza el fin de oportunidades, vuelvo y me fijo. Alguien destaca, me sorprende… Me sorprendes.


Me preguntaste que música escuchaba. Me interesa, me gusta la pregunta y te respondo. La conversación sigue y me entretiene. Tiene algo que me llama la atención y me mantiene alerta a lo que la ventanita de luz intermitente tiene para mí.


Esa es la verdad. Así lo conocí, dolido, y sujeto a una chica que en un pasado le había hecho mal No me sorprendía ver algunas reacciones que yo misma había experimentado en un pasado en el que yo también había sufrido por amor, todos tenemos un amor que nos rompe el corazón y nos complica la vida, dice la mosca. Cuánta razón tuvo al escribirlo...

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