Caminando por la calle me preguntaba como llegue a ser lo que
soy. Cómo es que sigo acá y por qué. Muchas respuestas posibles se me
amontonaron en la cabeza, pero la realidad, es que uno no tiene una razón por
la cual seguir viviendo, sino que no tenemos una razón tan grande como para que
nos haga desistir a la ideología de que las cosas van a mejorar y ser únicas en
un futuro de nuestra vida. Y sin embargo, cuando las cosas que estaban mal en
nuestra vida mejoran, pasamos a desear cosas más grandes, nunca llenando el ego
interno de esperar más de lo que realmente podamos poseer.
Cambia la forma de pensar, cambian nuestras metas. Crecemos y
vemos el mundo de esta forma más adulta, más madura; poniendo adelante nuestros
cerebros y nuestros problemas a solucionar. En este momento, en este segundo
que estás dedicando para leer mis palabras, te incito a protestar. No sigas
desperdiciando el tiempo, no regales segundos de tu corta vida a la nada misma,
porque la verdad es que si a un problema lo podés solucionar, ¿Para qué
preocuparte por él?, y si no lo podés arreglar, ¿Para qué preocuparte por
él?
Viví y respirá, porque no sabés si mañana
vas a poder seguir haciendolo.
muy cierto <3 todo lo de tu entrada...
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