A veces es bueno separarse de las cosas que te hacen mal, o incluso te recuerdan a lo que te hace mal. Es difícil. ¡Si lo sabré yo!
Por ejemplo, cuando te separas de esa persona que te hace vivir y respirar, TODO te recuerda a el o ella, es cuestión de mirar al cielo y recordar aquella vez que hablaste por el por teléfono mirando las estrellas, o tomar agua y recordar que a él le gustaba el agua, ¡A QUE INSTANCIAS LLEGA NUESTRA PSIQUIS, DIOS!
Por eso me separo de este espacio, de este pasado de vida que me recuerda tanto a vos, a mi enfermedad y a la oscuridad de mi vida.
Pero en algún momento, llegada una instancia (después de llorar sangre por los ojos y que se te petrifique la cara de la sal de las lágrimas que no paras de derramar durante meses) una epifanía te golpea el cuerpo como un balde de agua fría y te decidís. Salís del encierro y te lavas la cara, conoces gente nueva, y después de juntar fuerzas buscas un final. SÍ, no te quedes por Godzilla, ¡Busca el final!
Me pone mal leer un libro que tiene un final abierto; por eso tengo la fea (o no sé, es lo que hago) antes de ni mirar el título, voy a la ultima página de un libro y me fijo si parece un final abierto. Si lo tiene, ni me gasto en empezar a leerlo, no me gusta que las cosas queden sin resolver. En la vida siempre se resuelven, y si no se resuelven por lo menos lo resuelve la muerte... Así que de igual forma se resuelven, no? Y después olerlo. ¡¿Hay acaso algo más reconfortante que oler un libro?!
De igual forma, créeme que hay salida. Créeme que el tiempo sana. Nada dura para siempre; ni siquiera el dolor.
Me conmueve mucho que quieras comenzar todo de nuevo... Pero
yo estoy comprometida. Conmigo misma. Tengo que estar conmigo durante un
tiempo. - Lola Versus